Parroquia Inmaculada Concepción de Talagante
Fue erigida el 13 de octubre del 1824 por el Arzobispo Ignacio Cienfuegos. Ubicada en la plaza de armas de Talagante, desde el 09 de junio de 1893 por Decreto de Monseñor Rafael Valetín Valdivieso.
El PRESBITERIO
El Presbiterio es el lugar de los presbíteros, esta reservado a ellos y a quienes les ayudan y acompañan durante la eucaristía.
El ALTAR
Es el símbolo de Cristo como "Piedra Angular". El Altar es ara y mesa. "Ara" en cuanto al lugar del sacrificio. "Mesa del Señor" en cuanto lugar del convite eucarístico.
domingo, 6 de marzo de 2016
13 Excusas que damos para no ir a misa ...
10:41
Apuntes de Liturgia
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¿PARA QUIÉN SON ESTAS LINEAS?
Posiblemente pertenezcas a una de
estas tres categorías de personas:
a) Católico que ibas a Misa con
tus padres cuando eras pequeño y un día, durante la adolescencia, dejaste de
ir. Fue porque entraste en una crisis: era tiempo de dejar de ir sólo porque
tus padres iban y no llegaste a entender por qué debías ir. Estas líneas son
para ti.
b) Católico que nunca fuiste a
Misa de modo constante. Quizá ni siquiera sabías de la obligación de asistir
todos los domingos. Te parece hasta curioso o exagerado que la Iglesia pretenda
esa práctica para todos. Estas líneas también son para ti.
c) Católico que va a Misa y,
siguiendo la llamada del Papa, quiere ayudar a muchos a volver a sentir la
necesidad de esta práctica tan esencial de la vida cristiana. Eres consciente
que si cada católico consiguiera por año que un católico no practicante
volviera a la práctica de los Sacramentos, conseguiríamos una verdadera
revolución en la Iglesia. Estas líneas quieren aportarte algunas ideas que te
ayuden en esta tarea.
Motivos comúnmente aducidos para
no ir a Misa
1. Pereza.
“Prefiero quedarme durmiendo”. En
realidad los motivos que siguen son sólo excusas para cubrir este primero. No
parece que sea un motivo muy racional, meritorio o valioso.
2. No tengo ganas/No lo siento.
¿Desde cuándo tus ganas son ley
que hay que obedecer? ¿Es que tus ganas son más importantes que la voluntad de
Dios? Además a Misa no vas porque a ti te guste, sino para agradar a Dios. Se
va a Misa a honrar a Dios y no a honrarte a ti. Y si te cuesta… ¿acaso Dios no
merece ese sacrificio que incluso hace más valioso y meritorio el acto?
3. Me aburro.
La acusación más frecuente contra
la Misa es que es aburrida. Refleja bastante superficialidad, en cuanto que a
Misa no vamos a divertirnos. Y es un problema personal, en cuanto que no parece
que Dios sea aburrido -es la perfección absoluta-. Además si tanta gente va a
Misa con gusto, algunos incluso todos los días, será que algo le ven que a ti
se te escapa. La solución será descubrir qué tiene la Misa para que los
cristianos la consideren tan importante.
4. Es siempre lo mismo.
Si se tratara de una obra de
teatro o de una película, estaría absolutamente de acuerdo contigo. Pero no es
una representación teatral. Es algo vivo, que pasa ahora. No eres (al menos no
deberías ser) un espectador. Eres partícipe. Imagináte que alguien dejara de
asistir a un asado porque en los asados siempre pasa lo mismo… (perdón a la
Santa Misa por la comparación).
5. Desinterés.
Las cosas de Dios no me
interesan. Si Dios te da igual, tienes un grave problema. Habrá que ver como
solucionar la falta de apetencia de lo divino que te hace no apto para el
cielo.
6. No tengo tiempo.
No parece que lo que te pide Dios
-1 de las 168 horas de la semana- sea una pretensión excesiva. En concreto,
quien te creó, te mantiene en el ser y te da lo que te queda de vida -y sólo El
sabe de cuánto se trata- se merece el 0,59% del tiempo que Él te da. Si no
tienes tiempo para Dios, ¿para quién lo vas a tener?
7. Otros planes mejores.
No parece que a Dios le interese
competir con el fútbol, peroles, cine… No te olvides que el primer mandamiento
es “amar a Dios sobre todas las cosas”. Si tienes otros planes que te importan
más que Dios, quizá el problema más que en el tercer mandamiento está antes en
el primero.
8. Tengo dudas de fe.
La fe es un don de Dios, con lo
cual hay que pedirla. Alejarte de Dios dejando de ir a Misa, no parece el mejor
método para resolver dudas de la fe e incrementarla. La frecuencia de sacramentos
-confesión y comunión- es la más efectiva manera de aumentar la fe.
9. Estoy enfadado con Dios.
“Hubo algo que pasó en mi vida
(la muerte de un ser muy querido, un fracaso muy doloroso, una enfermedad o
cualquier otra tragedia) que me hizo enfadarme con Dios: si Él me hace esto…
¿por qué yo voy a ir a Misa? Es la manera de mostrarle a Dios mi disconformidad
con la forma de tratarme”. Hay quienes dejan de ir a Misa como una manera de
vengarse de Dios. Pero, en los momentos de dolor ¿no será mejor refugiarnos en
Dios y buscar su fortaleza más que reaccionar como un chiquito caprichoso de
tres años? Él sabe mas… Además, acusar de maltratarnos a quien más nos quiere y
murió por nosotros … ¿no será demasiado? ¿No seré yo el que pierdo… alejándome
de Dios?
10. “Hay gente que va y después
se porta mal”.
“Yo no quiero ser como ellos”,
decís seguro de ti mismo. “Además, hay otros que no van, y son buenos”. Es
evidente que ir a Misa sólo no basta. Pero, no se puede mezclar el hambre con
las ganas de comer, ya que las dos cosas no tienen nada que ver. En aquellos
que van y después no son honestos, lo que es malo es ser deshonestos, no el
hecho de ir a Misa, que sigue siendo algo bueno aunque ellos después se porten
mal. Además, la causa de su supuesta deshonestidad no es el ir a Misa. Lo mismo
se puede decir de los “buenos” que no van a Misa: su “bondad” no procede de su
falta de Misa y tan “buenos” no serán si les falta una dimensión tan importante
de bondad como la bondad misma, es decir Dios. Por otro lado, yo creo que nadie
en el mundo se atrevería a decir que los que no van a Misa son mejores que los
que van. Finalmente, esto no es un concurso de bondad, ni comparaciones, sino
tratar de determinar cuán bueno es ir a Misa. Y claramente, el dejar la Misa no
mejora a nadie, en todo caso lo empeora.
11. No me he confesado y entonces
no puedo comulgar.
No es necesario comulgar, ni hay
ninguna obligación de hacerlo. No comulgar no es pecado; no ir a Misa, sí.
Además el problema se solucionaría bastante fácilmente con una breve confesión…
12. Llevarle la contraria a mis
padres.
Ofender a Dios para hacer sufrir
a tus padres no parece una actitud muy inteligente.
13. El cura me cae mal.
Por mal que te caiga el cura, no
vas a Misa para darle el gusto, ni para hacerle un favor. Él no gana ni pierde
nada con tu asistencia o ausencia. El que gana o pierde, eres tú: tu amor a
Dios.
LOS MOTIVOS BÁSICOS PARA IR A MISA
Sentando la base de que casi
siempre el comenzar a faltar a Misa el domingo responde a una actitud
caprichosa, a la que es muy difícil refutar -precisamente por su falta de
racionalidad- aquí tienes unas consideraciones sobre el precepto dominical y la
importancia de la Misa en tu vida. Está escrito para personas con fe.
1. Porque Dios es tu Creador y
debes dedicarle un tiempo semanal a Él.
Es la manifestación de vivir
centrado en Dios y en la salvación: vivir el año centrado en la Pascua; la
semana, en el domingo; el domingo, en la Misa. No importa cuánto te aburras, tu
Creador ha dispuesto que un día de la semana sea para Él: “Acuérdate da
santificar el día sábado. Los seis días de la semana trabajarás y harás todas
tus labores. Mas el séptimo es sábado, consagrado al Señor tu Dios” (Exodo
20,8-10). Y parece que tiene derecho a tu obediencia. Faltar sería una
desobediencia evidente y frontal (decirle a Dios “no te quiero dar mi tiempo”).
Y más allá de la obediencia… Dios se lo merece.
2. Porque como miembro de la
familia de Dios, debes rendir culto a Dios de acuerdo a tu naturaleza, junto a
tus hermanos.
Esto exige que el culto a Dios no
sólo sea interior (en tu corazón) sino también exterior (que los demás vean tu
fe) y comunitario (dar culto unido a tus hermanos). Es decir, que te reúnas con
otros para adorar juntos a Dios. Más allá de tus gustos personales, asistes a
Misa no por ti mismo (porque te guste) sino para mostrar tu reverencia al Omnipotente
en comunión con los demás. Nuestra relación con Dios tiene una dimensión
comunitaria. No basta rezar solo, tampoco en familia, hace falta hacerlo unidos
a nuestros hermanos en la fe. En este sentido es un acto de comunión con
nuestros hermanos en la fe: compartir lo más importante que tenemos: la
Eucaristía, es decir, Cristo mismo. En este sentido, faltar a la Misa sería un
desprecio a tus hermanos y una falta de unidad.
3. Porque tienes que obedecer a
la Iglesia.
No es cuestión de un capricho del
Papa, sino de una necesidad. En el siglo IV, la Iglesia se vio obligada a
imponer este precepto para garantizar a sus fieles el mínimo de vida
eucarística que necesitan. Tú eres consciente de la importancia que la Sagrada
Escritura da a la obediencia… (cfr. Adán y Eva, diluvio, Abraham, Saúl…). Desde
esta perspectiva, faltar a Misa es una acto de rebeldía.
4. Porque si no fueras,
cometerías un pecado mortal
Y no creo que te quieras ir al
infierno por esto. Como sabes, hay un precepto que obliga a los bautizados a
asistir a Misa los domingos y fiestas de precepto. Es una obligación grave, de
manera que su incumplimiento es una falta grave. No te olvides que un día te
morirás y te encontrarás a ese Dios a quien ahora estás tentado de ignorar,
para darle cuenta de tu vida.
5. Porque necesitas de la
Eucaristía para vivir una vida realmente cristiana.
Es una necesidad vital, de manera
que sin la Eucaristía semanal, no te darían las fuerzas espirituales para vivir
como un hijo de Dios.
6. Porque sin la Eucaristía no
tendrías acceso a la vida eterna.
Jesús no dejó lugar a dudas: “Yo
soy el pan vivo bajado del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para
siempre”; “en verdad os digo, si no coméis la carne del Hijo de Dios y no
bebéis su sangre no tendréis vida en vosotros”; “el que come mi cuerpo y bebe
mi sangre tiene vida eterna” (cfr. Juan 6,30-58)
7. Porque Jesús te invita a su
mesa y sacrificio.
Él lo mandó explícitamente a sus
discípulos al instituir la Eucaristía: “Haced esto en memoria mía”. Asistir a
Misa no es más que cumplir este mandato del Señor. Y no es sólo una memoria
histórica, es una memoria que lo hace presente. Jesús te invita y se te
entrega. No responder, ser indiferente a su llamada, sería un desprecio
bastante considerable.
8. Porque viviendo en una
sociedad que, en muchos aspectos no es cristiana, la Misa es la primera manera
de defender, robustecer y manifestar nuestra fe.
Es necesaria para “proteger” tu
espíritu del materialismo sofocante que nos rodea: que tu espíritu pueda al
menos una vez a la semana “respirar” un aire espiritual. Además, es el primer
testimonio cristiano: los demás necesitan tu ejemplo. ¿Te das cuenta qué
testimonio de fe da a los que no creen, quien dice creer y muestra no valorar
lo que cree?
9. Porque es mucho mejor ir que
no ir.
Puede parecer tonto, pero para
quien aspira a lo mejor, bastaría sólo este motivo. Yo no creo que haya un plan
más santo y santificante para el domingo.
La contradicción del católico no
practicante. Y cómo se llega a serlo
Pocas cosas hay más
inconsistentes que el llamado “católico no practicante”. Es prácticamente una
contradicción de términos. A veces, uno escucha a alguien decirlo de sí mismo,
incluso hasta con cierto acento de orgullo. Es decir, como si fuese una
variedad normal de católico, una opción más, como si se pudiera ser un “buen
católico” no practicante.
Pero si lo piensas, en realidad
es un término bastante negativo, que tiene poco de honroso para quien se lo
auto-atribuye, ya que significa “un católico que no vive como católico”, “un
católico que no es un buen católico”, “un católico que no parece católico”, “un
católico que no vive lo que cree” o “que piensa que no vale la pena vivir lo
que cree”, “cuya fe no es lo suficientemente grande como para vencer su
pereza”, “un católico que piensa que su fe no es tan importante como para
vivirla”; “que piensa que da igual vivir que no vivir su fe”, etc.
Un católico que vive como si no
lo fuera, que permanece siendo católico sólo en el campo teórico, va perdiendo
también la fe, su adhesión a la doctrina católica. Y estos es así, en primer
lugar, porque la va olvidando. Es cada vez menos católico. Se cumple lo de San
Agustín: “el que no vive como piensa, termina pensando como vive”. Su relación
con Dios llegará a reducirse a compromisos sociales (bautismos, bodas, primeras
comuniones, confirmaciones, funerales…) y necesidades (salud, dinero, trabajo)
que sean tan imperiosas como para hacerle acordar que Dios existe y que uno
debe dirigirse a Él.
Un problema serio de dejar de ir
a Misa, es que significa el comienzo de una religiosidad centrada en uno mismo,
en la que lo que Dios manda deja de ser la regla, para ser reemplazado por lo
que yo siento, pienso, me cae bien, etc. Una religiosidad frente al espejo. Uno
ha dejado de ponerse frente a Dios para ponerse frente a sí mismo. Como
consecuencia de abandonar esta cita semanal con lo sagrado, comienza un proceso
de insensibilización espiritual: la espiritualidad se va secando, el terreno
del alma se va volviendo cada vez más árido para las cosas de Dios, que cada
día mueven menos, aburren más, etc. Pecados que antes preocupaban, dejan de
preocupar, cada vez son más los días que no reza nada. El alma se va volviendo
indiferente, pierde sensibilidad espiritual. Y esto sucede poco a poco. Quien
deja de ir a Misa, al principio puede tener la impresión de que no ha pasado
nada, de que todo sigue igual, pero no es así. Ha dejado de ser teocéntrico, de
vivir centrado en la Eucaristía semanal. Ha desplazado a Dios del centro y esto
se paga. Es como el pecador a quien puede parecer que su pecado no tiene
consecuencias, pero tarde o temprano descubre que de Dios nadie se burla. Que
sí tiene serias consecuencias dejar a Dios.
En el camino para ser un católico
no practicante, el punto central es el abandono de la Misa dominical. Nunca
encontrarás un motivo positivo para dejar de ir a Misa, que sea virtuoso, es
decir que provenga de algo valioso, que dé valor al acto de no ir, que
demuestre que es mejor no ir que ir.
Lamentablemente, casi nadie ha
dejado de ir a Misa por una decisión serenamente meditada, después de haber
pensado y estudiado el asunto, racionalmente decidido que era mejor no ir. Es
decir, casi nadie decide dejar de ir a Misa. Lo que pasa es que de hecho se
deja de ir, sin saber bien porqué.
El error es bastante común: se
deja de ir un domingo por dejadez y pereza, o porque le daba vergüenza
confesarse; y como no se confesaba, no podía comulgar; y como no comulgaba se
sentía mal en Misa; y como se sentía mal y le daba no sé qué no comulgar, dejó de
ir. Y después otro domingo, y uno se acostumbra a no ir, casi sin darse cuenta,
y al final algunos tratan de justificar el incumplimiento de este deber básico
del cristiano. El argumento final y definitivo para tapar la boca de la madre
que insiste para que vayas a Misa es “¡Déjame en paz, vieja!”, lo que no parece
un argumento muy convincente. No se quiere por nada del mundo que a uno le
recuerden el tema… Es normal que muchos quieran no cumplir y olvidarse de que
deberían…
Seriamente, ¿te has puesto a pensar
qué es lo que Dios quiere que hagas? Si el domingo se te apareciera un ángel y
le preguntaras ¿que hago, voy a Misa o me quedo viendo una película? ¿Qué
piensas que te contestaría?
Está claro que el más interesado
en que no vayas a Misa es el Demonio… De esto no cabe duda.
¿Cómo conseguir pasarlo bien en
Misa?
1. El sistema básico consiste,
primero, en ir a Misa: nunca nadie ha conseguido valorar la Misa a base de no
ir.
2. El segundo punto consiste en
tratar de vivir la Misa. Es decir, dejar de estar como una estatua y comenzar a
estar atento, responder, rezar, cantar, evitar las distracciones, etc. Es
decir, que “gozar” la Misa depende más de ti que de la Misa.
3. Estudiar. No se ha inventado
otro sistema para aprender lo que uno no sabe. Para gozar la Misa hay que
entenderla, para entenderla hay que saber qué es. Hay muchísimos libros y
folletos que los encontrarás en cualquier librería. Y además, tienes los webs
católicos como éste en Internet para informarte sin salir de casa.
4. Leer y meditar los textos de
la Liturgia. Tiene una riqueza inagotable, de manera que nadie que medite las
partes y oraciones de la Misa puede aburrirse. Es absolutamente imposible. No
se encuentra un límite, de manera que siempre se les puede sacar nuevos
sentidos, matices, dimensiones, etc.
5. Prepararse. Hay oraciones para
preparar el corazón para tan importante encuentro con Dios.
PIDAMOS A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN
QUE POR INTERCESIÓN SUYA NOS CONCEDA LA GRACIA DEL AMOR Y PERSEVERANCIA A LA SANTA MISA.
(Fuente: Carlos Sanz - Parroquia Purísima Concepción de Fuente Palmera - www.parroquiaviva.org)